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viernes, 26 de abril de 2024


 

Desmond T. Doss en un acto de homenaje.

Doss, Desmond T.:

objetor de conciencia

1919-2006

Es posible que muchos de los lectores recuerden la época en la que en España había un servicio militar obligatorio y como, durante un tiempo, dicho servicio militar convivió con un servicio civil llamado "objeción de conciencia". En la Segunda Guerra Mundial, la objeción de conciencia era algo más complicada, reservada a sacerdotes y, en casos especiales, a médicos. Sin embargo, en medio de la batalla, había que tener unas creencias muy firmes para no coger un arma y devolver el fuego enemigo. Desmond T. Doss es una de esas personas.

Doss se educó en una familia de creencias mormonas (Iglesia Adventicia del Séptimo Día) y los mandamientos bíblicos, la Biblia y la Iglesia eran una constante en su vida. Posiblemente, para los no creyentes, su participación en el coro, su creencia en el poder de la oración y toda su religiosidad nos resulte extraña. Para Doss, la creencia en Dios es parte de su vida y explica, aunque no quita ningún mérito, a sus actos en la isla de Okinawa. Por ejemplo, siendo niño tuvo un accidente con una botella de leche que le provocó una herida en la mano y le desgarró varios tendones. El médico dijo que la mano nunca se curaría de aquella herida y que no la volvería a utilizar con normalidad, pero la madre de Doss (y él mismo) rezaron con fervor por su curación y la mano, si no no contaríamos esta anécdota, se curó. Nuestro pensamiento racionalista nos llevaría a pensar en la inutilidad del médico diagnosticando el caso, pero para Doss, su curación fue fruto de sus oraciones.

Antes de la guerra, Doss trabajaba en los astilleros de Newport News y dado que era una industria vital para la guerra, no fue llamado a filas cuando la guerra comenzó, pero el ataque de Pearl Harbour y la ola de patriotismo que provocó también le afectaron y se presentó voluntario. Sin embargo, había un conflicto: su religión le señalaba como no-combatiente y no le permitía entrar en el ejército. Finalmente encontró la solución alistándose como 1-A-O (Objetor de Conciencia).

En 1942, con 23 años, Doss entró en servicio como médico en la 77ª División de Infantería. Su "religiosidad" (por ejemplo, no trabajar los sábados) le trajo algún que otro problema con los compañeros de unidad, incluso llegaron a amenazarle con matarle en el primer combate que estuvieran si se negaba a disparar. Dicen que, en aquella época, su mayor consuelo era la lectura de una Biblia de bolsillo que le había regalado Dorothy (su prometida y después esposa).

Todos aquellos problemas, que no debieron ser pocos, eran las bravatas previas a entrar en guerra. En Julio de 1944, en el desembarco sobre la isla de Guam, muchos de los que antes le amenazaron se alegraron de verle aparecer para atender sus heridas. En la batalla de Leyte, en Octubre de 1944, más respetado por la unidad, vieron cómo un francotirador encañonaba a Doss mientras este se dirigía a atender a los heridos que previamente habían caído por sus disparos. No podían atacar al tirador porque el propio Doss les tapaba la línea de visión, el japonés apuntó, pero no disparó. Tras capturar al tirador japonés de Leyte, le preguntaron por que no había disparado a Doss, éste respondió que no podía disparar a un hombre que estaba rezando (llevaba la Biblia de Dorothy en la mano). Al parecer esto era habitual en Doss, iba de un lado para otro murmurando oraciones.

Fue en la batalla de Okinawa donde el valor de Doss se enfrentó a la prueba más dura. El 5 de Mayo de 1945, sábado, los japoneses lanzaron un contraataque y pillaron a la compañía B desprotegida. 75 hombres cayeron heridos en la primera acometida. Durante cinco horas, el resto de la compañía más aquellos heridos que aún podían disparar mantuvieron su posición en lo alto del acantilado Maeda. Desmond Doss se fue llevando uno a uno a todos los soldados heridos a la base del acantilado a través de una endeble escalera de madera y una cuerda. Nadie sabe con seguridad a cuantos soldados evacuó Doss. Sus compañeros dicen que salvó 100 vidas, aunque Doss mencionó que no pudieron ser más de 50. El propio Doss recibió varias heridas en aquella acción y fue llevado a un hospital fuera de la isla. Allí se dio cuenta que había perdido la Biblia que su mujer le regalara. Días más tarde, el batallón entero registró la zona del acantilado, encontró la Biblia y se la enviaron por correo.

Doss en el hospital

Acabada la guerra, el 12 de Octubre de 1945, no recuperado aún de sus heridas, el Presidente Truman le otorgó la Medalla de Honor del Congreso por sus actos en Okinawa, donde, según la mención de la medalla, participó más allá del deber en la salvación de más de 75 soldados heridos. Fue la primera y única medalla de este estilo entregada a un no combatiente durante la Segunda Guerra Mundial.

El pasado 26 de Marzo, hace unas semanas, Desmond T. Doss, falleció en la comunidad montañosa de Rising Fawn donde vivía con Dorothy, la persona que le regaló la Biblia que llevó a la batalla de Okinawa.

 

 

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«Cómo me hubiera gustado que los alemanes aquí presentes limitaran su defensa a tres palabras: chúpame el culo.»

Goering