Número: 246. 4ª época. Año XXII ISSN: 1989-6289
Han pasado ya más de dos semanas desde que este gran evento tuvo lugar. He tenido tiempo para reflexionar y ordenar mis pensamientos sobre la Japan Weekend de Madrid, y aún hay pequeñas cuestiones que en mi cabeza siguen rondando. Desgraciadamente, la mayor parte de esas cuestiones relativas a estas jornadas no son buenas, ni todo el mundo está dispuesto a aceptar. Huelga decir que lo que se va a exponer a continuación es fruto de mi experiencia y solo pretendo exponer esos pensamientos que tengo.
Quiero partir este camino de críticas mencionando el asunto de los precios de la Japan. ¿Por qué? Meses antes de la cita ya anunciaron una subida de precios. Hasta ahí lo "normal." El problema reside en que el público general percibe que hay cada vez "menos cosas" que hacer y disfrutar. Ya en febrero saltó la gran polémica del pabellón y medio, viniendo de haber usado dos pabellones enteros de IFEMA en las anteriores, e incluso de hasta cuatro. Objetivamente hay cada vez menos espacio de cualquier tipo de actividad.
Aquí lanzo un dardo (y creo que debo lanzarlo) a ese público quejica que con sus razones expresa su discrepancia con el evento y a pesar de todo lo vivido decide volver una y otra vez. ¿Qué sentido tiene quejarse? Habrá quien suelte alguna de las siguientes frases, o similares: "Van mis amistades." "Es que acude mucha gente." "Quiero estrenar el cosplay." "Hemos organizado una grupal, no quiero dejar tirado a nadie." "Es que hacen la actividad X." Ok, llego a entender cualquier excusa, pero al final cada uno es dueño de su dinero. Nadie está obligado a ir…
Nota del redactor: esto no ha sido un ataque a los quejicas, sino una invitación a la reflexión. Si no me crees, puedes hacer un tirada con la habilidad adecuada para averiguar si te estoy mintiendo…
Volvemos al tema principal: la Japan. Toca criticar la organización. No puedo hablar como público, sino como usuario de un stand. Empezaré mencionando las colas que había a primera hora para acreditarse. Más de media hora, con artistas y miembros de stands esperando con el estrés previo al pistoletazo de salida, con poco personal de la Japan acreditando, aparentemente. Siendo justo, tampoco fueron las colas interminables de Málaga…
Mencionaré los muebles y los dispositivos proporcionados por la organización, los cuales no han sido nunca los mejores; el problema está en que había ítems que nos los daban en mal estado o inútiles: televisores sin mando, sin pilas para el mando (si lo tenía), alguno roto e incluso altavoces y/o micrófonos que no pudimos usar porque funcionaban intermitentemente. Este problema lo hemos arrastrado en el stand desde hace varias ediciones. Sobre las sillas y las mesas, no se puede pedir gran cosa; con que la organización no las retiren para otros stands u otras actividades nos valía. Pues pasó: voluntarios del evento se pasaron a retirarnos muebles porque "hacían falta en otros lugares." Lo peor fue lo que nos pasó con el escenario portátil que necesitaba nuestro grupo de baile. Llegamos a contabilizar unas diez horas entre el viernes de montaje y el sábado del evento esperando a que alguna persona voluntaria llegara con la llave allen necesaria.
Hablando con personas de otros stands con actividades totalmente distintas a las nuestras nos decían que tenían otras cuestiones que quejarse de la organización; entre ellas, la reducción de los espacios antes y durante el evento. Otra queja fue la localización de algunas actividades como los escenarios. En definitiva, estrictamente contentos no estábamos; lo malo es que la mayoría de stands pagan por estar ahí, y al final muchas actividades son organizadas desde esos stands que mandan a su personal o personas voluntarias.
Hablando del tema, las actividades son otra cuestión en el punto de mira. ¿Cómo es posible que la organización no preparase algunas de ellas con suficiente antelación? Acudí a un panel cosplay de un videojuego, y los integrantes de dicho panel afirmaron que a minutos de empezar no tenían ni micrófonos con altavoz ni sillas; cuando les ofrecieron el material, trajeron sillas para seis y eran diez. Puede que las sillas de nuestro stand pararan ahí, quién sabe… Otra actividad prácticamente continua estaba en medio de mucho ruido, y la gracia de esta es que tenga la acústica adecuada: las conferencias. Irónicamente pusieron su emplazamiento al lado del nuestro, y en alguna ocasión se acercaron a pedirnos regular el volumen.
Solo el sábado me supuso un desgaste mental por el trato recibido, pero la gota que colmó mi vaso estuvo relacionada con los regalos de las jornadas. Determinadas entradas regalan merchandising; los mangas son obsequios habituales de dichas entradas. Lo que no es correcto es que den cualquier manga a cualquier persona, pues entre el público del evento hay menores de edad. Según fuentes cercanas repartieron mangas inadecuados de contenidos +18 (y no me refiero a violencia o palabrotas) a menores de edad.
Todo lo mencionado denota una falta de cuidado por parte de la organización en muchos frentes relativos a su propio evento, y para desgracia de la mayoría, vienen de unas cuantas ediciones atrás. No hay mejoras aparentes ni parece que las vaya a haber. Algo que personalmente me da pena, pues pudiendo ser un evento referente gracias a la cantidad de actividades y opciones (y la calidad de las mismas), no aspira al título de evento del año para muchos.
Después de todo lo expuesto en estas líneas y de lo narrado en la primera parte, llega la pregunta clave: ¿es un evento recomendable? Lo recomiendo con muchas reservas; solo si hay motivos personales de peso, como esas amistades que van, ese cosplay a estrenar o esa actividad que se desea disfrutar. Creo firmemente que hay mejores eventos, y digo abiertamente que no tengo intención de volver a una Japan Weekend en un tiempo, ni como público, ni como usuario de un stand. Prefiero volcar mis esfuerzos en proyectos propios y en otras jornadas. ¿Son unas jornadas para gente rolera? No precisamente, eso no cambia de una edición a otra.