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viernes, 29 de marzo de 2024


 

Organización Mario Adeler

Logotipo de la corporación

Desde hace dos años, unas naves pertenecientes a la Organización Mario Adeler (O.M.A.) han aparecido en la Ruta Thalamir y en los sistemas estelares más cercanos a la ruta. Mario Adeler fue un directivo de alto nivel de una corporación farmacéutica del sector de Sila que murió de una enfermedad rara (que ahora se conoce como enfermedad Adeler) siendo aún relativamente joven (80 años) y que legó toda su considerable fortuna a la creación de una organización no gubernamental con el objetivo de ofrecer sanidad especial gratuita. Así nació O. M. A. y su cabeza visible, Consolación Adeler (hija del mecenas) a la que todos llaman Con, ha aplicado técnicas corporativas a la gestión de la sociedad filantrópica de su padre y ha conseguido una eficacia y un rendimiento difícil de igualar.

A los pocos años de la muerte de Adeler, O.M.A. ya contaba con una primera nave medicalizada que recibió el nombre de Esperanza y en la actualidad cuenta con cuatro naves más y está construyendo la sexta. Todas las naves se llaman Esperanza, aunque sus códigos de navegación varían, pero los pacientes atendidos siempre creen que es una sola nave que está en todas partes. Es parte del marketing de la organización.

O. M. A. está especializada en dos cosas: en las enfermedades que nadie conoce y en las catástrofes. En ambos casos, y si tienes suerte, el personal de O. M. A. estará por los alrededores. Sin embargo, su labor no es sencilla porque no todos los gobiernos planetarios les permiten actuar en su planeta. Cuando hay una catástrofe por medio, los dirigentes son más permisivos, pero cuando se trata de enfermedades raras, no siempre permiten tratar al paciente en la superficie, alegan leyes contra el intrusismo laboral o, simplemente, tienen miedo. Las naves Esperanza están diseñadas para el tratamiento médico, pero algunos detractores argumentan que son el vehículo apropiado para la propagación de enfermedades desconocidas, posiblemente infecciosas y mortales. En estos casos, O. M. A. se las ingenia para colaborar con los médicos locales a distancia o, simplemente, para sacar al enfermo al espacio exterior y tratarle en una órbita elevada donde las leyes planetarias no alcanzan.

La organización comenzó su andadura con un fuerte capital, pero sin la gestión de Con no hubiera durado mucho y ella ha conseguido que la organización genere beneficios (que invierte rigurosamente en mejoras de su flota médica). Tiene dos fuentes principales de ingresos: los derechos de las medicinas y tratamientos que desarrolla para tratar los casos raros (lo que no debe extrañar porque, en su origen, el personal pertenecía a una corporación farmacéutica) y las donaciones que recibe de gobiernos y empresas médicas. Estas segundas ven en O. M. A. una forma sencilla de invertir en el nombre de la marca comercial. Decir que eres una empresa colaboradora de O. M. A. está bien visto, sobre todo si eres una malévola corporación médica.

Tiene algunos detractores que le achacan sacar beneficios tratando a los enfermos, pero, la realidad, es que los pacientes no deben realizar ningún pago y muchos consideran una suerte que O. M. A. se interese por tu caso; en la mayoría de las ocasiones es gente a la que el sistema médico del planeta ha dado por imposible. Aunque suene extraño en una sociedad como la refepera, no se conoce ningún asunto turbio ni de la organización ni de sus dirigentes. De hecho, si alguna vez hubo algo parecido, ellos mismos se han encargado de ocultarlo completamente.

 

 

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«Sabía que mi buen amigo Adolf Hitler no me abandonaría.»

Mussolinni