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sábado, 5 de octubre de 2024


 

Puente Largo: Leno

Trompo

Leno es el nombre de un mendwan de ascendencia aisdwan. Se trata de un hombre ya anciano y extremadamente gordo, con la piel bronceada, cejas pobladas que le dan un aspecto fiero y el pelo y la larga barba completamente blancas. Leno es uno de los comerciantes más prósperos de Puente Largo, debido sin duda al hecho de que se trata de un artesano tallista de excepcional destreza, capaz de fabricar casi cualquier objeto con la dura y fragante madera de los árboles Shur, una rara variedad de haya que crece en un bosquecillo cercano al grakin. Leno está casado con una mujer a la cual dobla la edad, pero la pareja no ha tenido hijos, hecho del cual el comerciante la responsabiliza secretamente. Leno es ayudado en su labor por tres tikki, a los cuales compró en una subasta de esclavos cuando apenas eran unos niños, salvándolos así de una penosa (y probablemente corta) vida de miseria a manos de los ogros.

Leno es fácilmente reconocible debido a su oronda complexión y el vistoso manto bermellón que casi siempre lleva puesto. Cuando bebe demasiado, lo cual sucede bastante a menudo, asegura que el manto fue un regalo recibido de manos del mismísimo khartak de Icekarrham (lo que ya de por sí apesta a trola descarada), y que está dotado de extraordinarios poderes que le protegen durante sus vagabundeos. En realidad nadie cree sus historias, pero solo los forasteros se atreven a llamarle mentiroso, ya que hacerlo suele terminar con una pelea a puñetazos con él y los tikki encargados de cargar con él de vuelta a su taller cuando está tan borracho que no es capaz de sostenerse en pie. Pese a todo, por lo que realmente Leno es un hombre destacable es debido a la excepcional calidad de sus peonzas, las cuales sirven como juguetes a los niños de tres manos de poblados y grakines de toda la región.

Una peonza es una variedad de trompo que se hace girar sobre sí misma con la ayuda de un cordel. Con ellas los niños llevan a cabo una gran variedad de juegos de habilidad, tanto individuales como colectivos. Durante el invierno, Leno y sus aprendices fabrican sus bonitos trompos, los cuales posteriormente venden durante sus vagabundeos estivales, cuando parte a recorrer poblados por toda la región occidental de Pangea, ya sea solo o acompañado de uno o dos de los tikki como porteadores, dejando al tercero para que atienda su taller junto a su esposa. Año tras año, los niños de los poblados que visitan esperan anhelantes su llegada, ansiosos por hacerse con una de sus magníficas peonzas, de una resistencia y equilibrio sin igual. Las meretrices de toda la región también ansían sus visitas, ya que la mayoría de lo que gana con la venta de las peonzas suele acabar en sus bolsillos.

Como curiosidad, algunos de los juegos que los niños practican con sus famosas peonzas son los siguientes:

«Las piedras»: se dibuja un círculo en el suelo, en cuyo centro coloca cada jugador un pequeño guijarro blanco del río. Después de echar cada uno su trompo, éste se recoge en la mano y se procura lanzarlo contra uno de los guijarros para tratar de sacarlo del círculo, repitiendo la operación mientras el trompo siga girando. Si lo consigue se lleva el guijarro. Si la peonza deja de girar pasa a ser el turno de otro jugador. Al final del juego, el participante con más guijarros es el ganador.

«Batalla de peonzas»: se dibuja un círculo en el suelo y uno de los participantes elegido al azar tiene que lanzar su peonza, teniendo ésta que quedar girando dentro del círculo. Esa peonza es la «presa». El resto ha de tratar de golpear esa peonza con la suya, e incluso intentar romperla si es posible. Además, cuando el trompo termina de girar tiene que quedar fuera del círculo para que el jugador pueda recogerlo. Si no es así pasa a ser otra peonza «presa» y solo podrá salir con los golpes o choques de otras.

 

 

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Cita

«Señores, se lo diré sin rodeos: es duro y ojalá no fuera así pero están aquí para aprender a matar.»

Lafayette G. Pool