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jueves, 28 de marzo de 2024


 

Falso Roble

En las tierras más umbrías de Pangea, donde la lluvia es habitual y los inviernos pueden ser muy duros, donde los robledales son más frondosos habita este árbol solitario camuflado entre sus congéneres y que los pangeanos llaman falso roble. En un rápido vistazo, el falso roble no se distinguirá de sus parientes, pero ese camuflaje es parte de su proceso natural de reproducción y hay que estar muy atento para distinguirlo.

Falso roble

El tronco del falso roble es más retorcido, sobre todo las ramas más gruesas, que el de sus parientes comunes y es habitual que, dada su edad, tenga musgo en la cara más fría de su corteza. Las hojas son más pálidas por el lado superior (el que da al sol), pero tienen el mismo tono claro por la parte inferior, lo que dificulta distinguirlo desde el suelo. Florecen un poco antes, casi en las primeras semanas de primavera y sus frutos, las bellotas, son los primeros en madurar, poco después de la mitad del verano y las primeras en caer del árbol, a principio de otoño. Se mezclan pues con los robles comunes más adelantados, pero los antiguos florecen y maduran más tarde. Una forma sencilla de distinguir a los falso robles es que debajo de ellos no crece nada ni vive nada (no hay hierbas, ni hormigas, ni nada vivo). Los recolectores expertos desconfían de las primeras bellotas de temporada y tienen un dicho para ellas:

Bellota tempranera, amarga o traicionera

La madera del falso roble es más blanda y no sirve para hacer herramientas. Además, prende con un humo urticante que provoca que los ojos lloren (el efecto es similar al de las cebollas al partirlas). No es un daño permanente, pero algunas tribus dwaldur introducen este humo en las cuevas de sus enemigos como preludio del ataque. El efecto lacrimógeno les aturde el tiempo suficiente para que no puedan organizarse ante sus enemigos.

El mayor peligro del falso roble es la ingesta de sus bellotas. Aunque parecen normales, están repletas de esporas que al llegar al tracto digestivo de los animales (o de las personas) arraigan y empiezan a crecer. Con el tiempo, la espora crecerá lo suficiente para formar una semilla de la que crecerá un nuevo falso roble. Los durk y los kotai parecen inmunes a este efecto, pero la realidad es que la semilla creada por la espora no e queda en su organismo y la expulsan normalmente con el resto de su dieta. Sin embargo, en otras razas, la semilla, aferrada al duodeno, empieza a crecer hasta que obstruye por completo el acceso al estómago e impide que su víctima siga comiendo (lo que le provoca la muerte). Al crecer, utiliza el cadáver como sustrato y mediante una especie de tigmotropismo avanzado, lo va enterrando en la tierra. La razón por la que los afectados por la semilla del falso roble se dirigen a los robledales es un misterio, aunque algunos ancianos dicen que no es que las víctimas se sientan atraídas por los robledales, sino que sólo los que mueren en ellos llegan a germinar del todo.

Los chamanes recomiendan utilizar bebidas muy calientes para obligar a la semilla a desprenderse del conducto digestivo (los chamanes dwaldur usan hierro fundido). Hacen que el enfermo se coloque con la espalda recta, la cabeza girada hacia arriba y la boca abierta y vierten la bebida caliente directamente en la garganta (a veces ayudándose de un embudo de madera para proteger la boca). El remedio es eficaz y la semilla se desprende y es diferida por el enfermo, pero la bebida caliente provocará una úlcera que le acompañará toda su vida (daño tipo II con un daño permanente de 1 punto de golpe cada día, que se puede recuperar mediante comidas suaves y tratamientos chamánicos).

Además del efecto urticante mencionado, los chamanes le dan varios usos al roble falso. Hacen un preparado con las hojas maceradas en aceite vegetal que es un buen repelente contra los mosquitos. Y de la savia del árbol, y tras un proceso de fermentación y curado, obtienen un buen cicatrizante (permite recuperar 2 puntos de vida adicionales a la curación natural en cualquier herida abierta).

 

 

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Cita

«Todos estos mundos no os pertenecen, ni podéis reclamarlos, pues son, han sido y serán siempre del Estado Iroiendi.»

Nor