Nº: 194 . 3ª época. Año VI
Ojos de Clara: E02 - Mamushkas, 1ª parte Por: Francesc Almacelles
 
 
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Especial #02 - Mamushkas

1ª Parte: Amada por Dios

Mikhail Sergéevich Lébedev es un empresario ruso dueño de una gran conglomerado de empresas, con ínfulas de oligarca. Su vida transcurre entre su ciudad natal Nizhni Nóvgorod y las ciudades europeas donde alguna de sus empresas tiene alguna sede. Cunia se halla entre estas.

Después de gestionar sus negocios y comportarse como un oligarca, afín al régimen ruso, su mayor anhelo es cuidar de su hija Masha. Siendo su única descendencia y habiendo muerto su mujer tiempo atrás, su corazón se encuentra en la cuerda floja con su hija. Entre ser un padre protector y no saber decirle que no a nada.

Desde hace un tiempo Masha se dedica a vivir la vida más que a sus iniciales pinitos en el negocio paterno. Las luces de la Europa que conoce, de grandes capitales, le llaman poderosamente y «desaparece» por un tiempo en la marabunta del gentío de alguna de ellas. En la actualidad su presencia se localiza en Cunia.

Dentro de dejarla hacer pero a la vez estar protegiéndola, Mikhail acostumbra a pagar a gente oriunda del país, si no de las ciudades, donde recala Masha para que, sin llegar a ser un servicio de protección, estén al tanto cada segundo de donde está, que hace, con quien,… y pasarle informes religiosamente.

Y en un flagrante caso de la subcontrata de la subcontrata de la… el encargo de vigilar las idas y venidas de Masha se aposenta en las mesas de la Agencia Campoamor. El dinero es el dinero, y más si puedes quedar a bien con gente con influencias.

Las primeras pesquisas pasan por localizar con certeza el paradero de la chica, establecer donde reside actualmente, comprobar sus idas y venidas, con quien se relaciona, a que dedica su tiempo.

Básicamente Masha se ha establecido en un ático de la zona de Playa de la Infanta, con compatriotas que han llegado con ella a la ciudad y otros residentes en Cunia. Y dedica su tiempo a disfrutar de la vida, pero sin ser escandalosa y notoria. Simplemente es una joven con dinero, mucho dinero, que gastar en ella y sin querer llamar la atención.

Un trabajo que se antoja rutinario y sin ninguna complicación, que Clara aprovecha para ir un poco más allá con los amigos de Masha. Identificarlos y «ficharlos» para que no quede ningún flanco sin cubrir. La vida le ha enseñado a estar en todas, nunca sabes por dónde saltará la liebre.

Y una de las noches en que el grupo se dedica a ir de fiestas, les siguen hasta un antiguo almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Allí alguien ha montado una rave a la cual acude multitud de jóvenes, y algunos no tanto, de todo pelaje.

En el devenir de gente entrando y saliendo del estruendo de luz y sonido en que se ha convertido la zona detectan en la cara contraria de la entrada, entre unos edificios anexos, movimiento furtivo. Dos vehículos llegan desde una vía de servicio. Se bajan de ellos un grupo de gente, entrando en uno de estas pequeñas edificaciones. Permanecen dentro unas buenas dos horas y vuelven a salir, para entrar en los SUV e irse «cagando leches».

La manía de Clara, como hemos dicho, de estar al quite de todo hace que se den cuenta de que ha salido una persona más, que llevaban a rastras. Eso han intuido en la oscuridad, desde su posición. Por otro lado, en estos momentos, se dan cuenta que Masha ha salido del almacén y anda arriba y abajo en las cercanías llamando por móvil. Llama, espera un rato. Parece que cuelga y vuelve a llamar. Así un montón de veces y no parece que entable conversación con nadie.

Salen algunos amigos que la acompañan y forman un corro hablando. Por los gestos se diría que Masha parece intranquila y que los compañeros no tienen idea de lo que les pueda estar preguntando.

Ligando, sin ninguna certeza evidente, esto con el movimiento extraño de los vehículos, deciden ir a investigar el edificio donde se estacionaron. Bordean en penumbra la fiesta y llegan al anexo del almacén. Entran por una pequeña puerta lateral y en la oscuridad, solo guiados por sus linternas, recorren el interior.

Y atado a una silla, con signos de tortura evidentes, la cara desfigurada y las manos cortadas y desaparecidas encuentran un cadáver que por la ropa que lleva pueden identificar como uno de los amigos de Masha…

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