Cien años de perdón
La abuela nunca termina los refranes, siempre los deja caer y que el resto entendamos. "Quien roba a un ladrón…" Es lo último que me dijo antes de que saliera por la puerta y fuera a devolverles a las tropas de Napoleón el favor que nos han hecho al pueblo. Un "te quiero" fueron mis últimas palabras hacia ella. Sé que me juego la vida, pero prefiero arriesgar mi existencia y encomendarme al Altísimo que quedarme de brazos cruzados y esperar a que le toque a mi familia ser la víctima de los infames franceses.
No necesito los cien años de perdón prometidos. Tengo claro que Dios sabe que mis motivos son buenos y mis acciones serán justas; y si el juicio es de los hombres, no tendré justicia, pues los afrancesados y los traidores son ahora los verdugos de la mala calaña parisina.
Ideas para esta semilla:
- 1. Asalto a un convoy lleno de mercancías: una serie de carruajes transportan el expolio, así como otros bien valiosos. ¿Vienen bien esos bienes que no pertenecen al pueblo?
- 2. Secuestro con el objetivo de un intercambio: alguien de alto rango o importante podría ser un cambio justo, si los galos están dispuestos a aceptarlo, claro…
- 3. Revuelta: en medio de los requisamientos, los locales se levantan como pasó en Madrid cuando se llevaron a la Familia Real.
- 4. Si no lo podemos recuperar, lo podemos destruir: O para nosotros, o para nadie. El objetivo sería quemarlo todo y hacer cenizas lo que ha sido robado, pero solo si no es posible la recuperación.
- 5. Ojo por ojo: no hay que recuperar lo nuestro, todo lo contrario: debemos robarles a ellos. ¿Qué se puede robar?
- 6. Planifiquemos la estrategia: no es sensato atacar frontalmente, hay que dedicar tiempo a pensar cada movimiento.
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