Número: 176. 4ª época. Año XXII ISSN: 1989-6289
Las unidades aerotransportadas iban sobrecargadas de peso en los lanzamientos paracaidistas que tuvieron lugar en 1944. Gran parte de ese exceso de peso era como precaución por si no era posible contactar con ellos en el tiempo previsto: más munición, más comida y un poco más de todo. Este exceso de peso fue, en ocasiones, perjudicial, rompiendo las cuerdas que ataban las mochilas a los correajes del paracaidista, cuando no ahogando al portador si tenía la desgracia de caer en zonas inundadas.
Algunos soldados se las ingeniaban para llevar más de algunas cosas, pero el listado que mostramos a continuación es genérico. Hemos indicado algún equipo como opcional. La opción no estaba en manos del soldado sino de la misión concreta que tuviera encomendada. Lo decidía el mando. Por regla general las llevaban por si acaso.
*Las armas de unidad, salvo las más pesadas, eran lanzadas divididas entre sus operarios. Así un paracaidista podía llevar la ametralladora de posición, otro el trípode y otro la munición. Este peso extra era además del que ya llevarán.
Los soldados de la 101ª división iban equipados con una ranita de juguete, un ingenio metálico que hacía un ruido característico (clic) al apretarlo. Lo utilizaban para identificarse en la oscuridad. Los paracaidistas de la 82ª utilizaron contraseñas orales: Trueno/Rayo.
El miedo a la reacción alemana al desembarco hizo que dotaran a las tropas aerotransportadas de defensa contra las armas químicas (en especial a la 82ª); añadieron al equipo: máscara de gas, protectores de los ojos, detector químico (se colocaba en la manga del uniforme y este reaccionaba con algunas sustancias cambiando de color), cinta de protección (para sellar las uniones de las piezas del uniforme), tarjeta de ayuda (con explicaciones sobre lo que hacer en caso de ataque químico) y zapatos especiales (resistentes a las sustancias químicas).