DESDE EL SÓTANO
Nº: 97 . 3ª época. Año III
Morfina Por: Michel du Avernie
 

Morfina

La morfina es una potente droga opiácea usada frecuentemente en medicina como analgésico. La morfina fue bautizada así por el farmacéutico alemán Friedrich Wilhelm Adam Sertürner en honor a Morfeo, el dios griego de los sueños.

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Historia

En los tiempos de Bizancio ya se había descrito un elixir a base de opio, pero la fórmula para el mismo se perdió durante la conquista otomana. Alrededor del 1522, Paracelso también habló de un elixir extraído del opio llamado "Laudanum" (del latín Laudare = Alabar). Describió este elixir como un potente calmante del dolor. A finales del siglo XVIII, cuando crecía el comercio de opio con la India, otro elixir conocido como laudanum se hizo muy popular entre los médicos y entre sus pacientes.

La morfina tal y como la conocemos hoy en día fue descubierta en 1804 por Friedrich Sertürner, en Alemania, era el primer alcaloide extraído de las flores del opio. La droga fue comercializada en 1817 como analgésico y como tratamiento para las adicciones al alcohol y al opio. Merck fue el primer laboratorio en producir la droga y comercializarla en 1827. Posteriormente se descubrió que la morfina era adictiva, más que el alcohol y el opio. Su uso durante la guerra civil americana tuvo como resultado más de 400000 enfermos diagnosticados del "mal del soldado", adicción a la morfina.

La morfina en la Segunda Guerra Mundial

Cuando se produce una herida, tarde o temprano, aparece el dolor. Si el dolor es leve no es necesario tratarlo, pero si es fuerte la persona que lo sufre queda incapacitada. Su dolor debe ser aliviado. Para los casos de dolor severo, o cuando el paciente necesitaba ser movido violentamente, situación que genera mucho mas dolor, estaba disponible la morfina como fármaco de elección. Aunque no siempre quitaba el dolor completamente al menos los aliviaba bastante.

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En algunos kits de primeros auxilios y en cualquier botiquín con equipamientos médicos se podían encontrar jeringuillas de morfina. Además de su potente efecto analgésico también tenía un efecto depresivo del sistema respiratorio, por lo que era considerada una peligrosa droga.

La morfina venía presentada como tartrato de morfina, una de sus sales más habituales. La morfina pura presenta una malísima dilución en agua por lo que es muy complicado fabricar preparados parenterales, en cambio sus sales son fácilmente disueltas en agua. El tartrato es la sal del ácido tartárico.

jeringa

La jeringuilla de morfina utilizada durante la Segunda Guerra Mundial consistía en un pequeño tubo, que contenía ½ gramo de morfina, acoplado a una aguja hipodérmica. Dentro de la aguja había una segunda aguja acoplada a un alambre que servía para romper el sello del tubo. Se desechaba la segunda aguja y ya se podía disponer de la morfina.

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La morfina se administraba tomando con la mano un pellizco de piel del paciente y pinchando con un leve ángulo de inclinación con la aguja hipodérmica. Una vez introducida la aguja se apretaba el tubo y la morfina era dispensada. La jeringa de morfina era fabricada por Squibb (actualmente Bristol -Myers Squibb Company).

Práctica médica

La morfina se administraba siempre por vía subcutanea, nunca intradérmica, pero en determinadas circunstancias el personal médico podía administrar pequeñas dosis por vía intravenosa.

El personal médico que debía administrar la morfina no solo era adiestrado en las indicaciones y en los efectos de esta droga, sino que también recibía estrictas indicaciones sobre cuando no utilizarla. Los casos más frecuentes en los que no se podía utilizar eran.

-Dolor abdominal de origen desconocido

-Inconsciencia

-Heridas en la cabeza

-Depresión respiratoria (<12 por minuto)

-Dosis anterior de morfina en las últimas 2 horas.

-Cirugía urgente

Esta última contraindicación se debía que que numerosos pacientes tenían que ver retrasada una cirugía vital debido a que habían recibido altas dosis de morfina y no se podían anestesiar sin hacer peligrar su vida.

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Es evidente que los médicos y enfermeros de campaña podían sobredosificar fácilmente a los heridos, en especial en las frías trincheras y en las playas, donde la lenta circulación sanguínea retrasaba la absorción de la morfina y haciendo que el dolor no se pasara. Para prevenir estos errores, u na vez utilizada la jeringa de morfina, el tubo se colgaba de la cadena del cuello o de la ropa del herido para dejar constancia del número de dosis administradas.

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