DESDE EL SÓTANO
Nº: 194 . 3ª época. Año III
El reloj del voluntario Por: Jacobo Peña Conversa
 

El reloj del voluntario

El dieciocho de marzo de 1954, Isidro Castañol salió del hospital Clínico de Cunia directamente a una joyería. Atrás dejaba a su esposa y a su hija recién nacida allí ingresadas. Feliz y orgulloso, compró a su mujer un collar de perlas y para sí mismo dejó encargado un reloj, pidiendo que lo mandasen grabar con la fecha de nacimiento y el nombre de su primera descendiente.

Los siguientes años rebosaron de felicidad para una familia que, en pleno proceso de la lenta recuperación económica de España, estaba bien situada económicamente. Isidro progresaba cada vez más como miembro del equipo de abogados de una de las principales empresas de Cunia, dirigida por un hombre de negocios inteligente y tenaz llamado Víctor Brambilla Calzada, hijo de un diplomático italiano llegado a España durante la Guerra Civil que había hecho fortuna.

Isidro conocía bien toda la parte legal de los negocios de esta empresa pero, aunque no participaba, era consciente de la parte ilegal de la misma, un ambiente en el que Don Víctor era más temido y respetado aún.

En el año 1972, siendo su hija María Luisa una adolescente a punto de entrar en la universidad, Isidro había alcanzado la cúspide de su maduro hombre de negocios bien considerado y mano derecha de Carlo Brambilla, segundo hijo de Don Víctor. Pero las cosas no iban de maravilla en la organización. El hijo mayor de Don Víctor, Pedro, había fallecido en 1969 en un accidente de tráfico. El chico era conocido por ser aficionado a correr demasiado y tras haber bebido, pero cuando en 1971 la hija pequeña, Laura, falleció de una enfermedad fulminante del hígado con una autopsia no concluyente, comenzaron las sospechas. Entre los sospechosos más lógicos estaba un joven y ambicioso Alejandro Molentes, número dos del propio Don Víctor, pero había conseguido desviar la atención hacia otros candidatos.

Carlo era el más formal y capaz de los tres hermanos y el más lógico heredero de la dirección de la organización, pero no tenía el instinto de su padre. Así fue como cayó en la trampa final de Molentes. Alejandro convocó a Carlo a una cita, alegando tener información relevante sobre la muerte de su hermana y pidiendo actuar juntos para «salvar la organización de manzanas podridas». Carlo, tanto creyendo que podía ser una buena oportunidad como temiendo que fuese otra cosa, pidió entre los suyos voluntarios para acompañarle a la cita con sus guardaespaldas. Isidro fue el único que se prestó a ello. Dicen que es el único que no había recibido una llamada la noche antes.

Ni Isidro ni los guardaespaldas de Carlo volvieron jamás de la cita. Carlo sí reapareció: su cuerpo destrozado fue sacado de la orilla del río. Molentes acusó a Isidro y los guardaespaldas del ataque y pidió a Don Víctor mostrarse firmes y unidos ante la tragedia, purgando a todos los amigos de Castañol en la empresa. Pocos años después, Don Víctor moriría afectado por una grave depresión, suicidándose. Alejandro se convertiría en el nuevo «Don Víctor».

Aquel día Isidro llevaba puesto su reloj suizo, el que comprara para celebrar el nacimiento de su hija. ¿Podría reaparecer en algún momento ese recuerdo? ¿En manos de quién estará? Se rumorea que Molentes lo ha buscado alguna vez, con lo que no estaría en sus manos y debe ser importante por algún motivo. Puede que su localización, quién lo tiene y dónde, pudiera arrojar algo de luz sobre lo ocurrido. Lo que también está claro es que la hija de Isidro, una anciana con la cabeza aún despejada, querría recuperar el cuerpo de su padre y localizar el reloj sería una buena pista.

Características

Reloj Voga modelo 1950-1959, acero bañado en oro de 18 quilates. Diámetro de la caja: 37,6 mm sin corona. Fabricado en Suiza por Langendorf Watch Co. y distribuido en España por F. García & Cie. En el reverso aparece grabada la fecha 18/03/1956 y el nombre «María Luisa».

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