DESDE EL SÓTANO
Nº: 171 . 3ª época. Año III
Pollería Sofi Por: Sergio Jurado
 

Pollería Sofi

Este peculiar establecimiento, situado en la calle Maestro Manual Moya, abastece a los vecinos del Barrio Andaluz de una amplia variedad de productos y servicios. La dueña es Sofía, "Sofi" para los amigos, una merchera de setenta años de edad llamada Sofía Sánchez, aunque es conocida en el barrio como "la Gorda".

La Gorda hace honor a su mote, ya que muy probablemente sobrepasa los doscientos kilos de peso. Es una mujer resuelta y de fuerte carácter, que presume de haberse follado a más de un actor famoso de la época de la Transición. Al parecer, a finales de los Setenta y principios de los Ochenta participó en el rodaje de varias películas del género conocido como cine quinqui (Ver enlace Ver).

El local de Sofía es lo que en el barrio llaman "Suiza"; eso significa que es territorio neutral para todas las pandillas del barrio. En su local es habitual ver a enemigos y rivales sentados a escasos metros de distancia, disfrutando de grasientos pollos asados o usando uno de los cuatro viejos ordenadores conectados a Internet mientras se miran de reojo. Dos chicas jóvenes y un cocinero ayudan a La Gorda a llevar su negocio, ya que ella ya no tiene edad para pasar tantas horas de pie. Ella suele permanecer sentada casi todo el día en una mesa al fondo del local, leyendo prensa rosa y viendo programas del corazón en una vieja televisión de culo que tiene más años que la mayoría de los clientes. Las paredes del local están cubiertas de fotos con dedicatorias de actores, cantantes y demás famosos de hace cuarenta años. Además, varias fotos de una joven Sofía dan testimonio de que llegó a desfilar por la alfombra roja en el Festival de Cine de San Sebastián.

Lo que la realidad esconde

Por una vez, apariencia y realidad son lo mismo. El negocio de Sofía no es más de lo que aparenta: una zona neutral en donde los distintos grupos que compiten entre sí por el menudeo del tráfico de drogas y otros pequeños negocios ilícitos pueden reunirse o relajarse sin tener que mirar continuamente por encima del hombro.

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