DESDE EL SÓTANO
Nº: 161 . 3ª época. Año III
La guerra de los Portales Por: Luxor
 

La guerra de los Portales

Durante la Era de los Héroes, poco después del alumbramiento de la ciudad de Cargrum, tuvo lugar una batalla entre los hombres y los dioses o así se ha descrito en los libros de historia. Se la conoce como la Guerra de los Portales pues estos eran los instrumentos que algunos utilizaban para perpetuar su poder y su dominio sobre las clases más desfavorecidas.

Las fechas no están claras, pero han pasado más de mil años. En aquel entonces los dioses atendían las súplicas de los sacerdotes y había quienes podían manipular la realidad para realizar portentos. Magos, usuarios de la magia, los llamaban y aunque ahora nos parezca extraño, en aquella época practicaban sus malas artes en la misma calle sin que nadie se lo impidiera o persiguiera por ello. Con el tiempo, los oráculos de los dioses y los usuarios de la magia fueron haciéndose cada vez más poderosas y más temerosos de que les robaran lo que habían conseguido. Y el miedo llevó a la guerra y esta al nacimiento de miles de estados aristocráticos donde un clérigo o un mago ejercían el poder de forma despótica. La guerra no terminó entonces, pero dio un cambio brusco cuando un clérigo y un mago unieron sus fuerzas para crear lo que se ha conocido como portal.

¿Y qué eran los portales? Nadie, en verdad, los ha sabido describir con precisión. Algunos dicen que eran puertas que permitían comunicar con los dioses y obtener sus favores; otros creen que eran fuentes de poder que alimentaban a los déspotas y alargaba sus vidas. Lo único cierto es que tras la creación de uno de ellos siempre había un clérigo y un mago y que, a la postre, uno traicionaba al otro y se quedaba con el portal para él solo.

El exceso de poder conlleva el abuso de poder y los ciudadanos de Eriloe sufrieron cientos de años la esclavitud, la sumisión y algunas de las condiciones más deplorables que se han dado entre especies inteligentes. La situación fue tan tensa que hubo algunas revueltas que acabarían con cientos de muertos incinerados por la ira de algunos de los aristócrata, pero la represión solo acentuó el deseo de las gente de liberarse de las cadenas y ocurrió, casi sin esperanza, que una de las revoluciones triunfó, el dueño del portal murió y el mismo portal fue destruido. Aquello no fue el germen de ningún alzamiento en toda Eriloe, pero si fue una palabra susurrada por la noche en torno a los fuegos de campamento o a las reuniones a hurtadillas en bodegas oscuras. Se puede decía y creían.

Los enfrentamientos entre los dueños de los portales había reducido su número y aunque los que quedaban eran los más poderosos, su falta de cooperación entre ellos ayudó a que uno a uno fueran sucumbiendo ante la justificada ira de los ciudadanos de Eriloe. Se levantaron ejércitos de muertos vivientes, se convocaron criaturas de dimensiones oscuras, incluso se llamaron a dragones de los tiempos pretéritos, pero no fue suficiente, la derrota era inevitable.

Y dicen que cuando el último portal fue quebrado por la espada de un guerrero de Cargrum, casi toda la magia divina y arcana desapareció del mundo y, desde entonces, los oráculos de dioses, los usuarios de magia son perseguidos y eliminados antes de que su locura vuelva a mancillar Eriloe.

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