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jueves, 28 de marzo de 2024


 

La Mafia Vetterana

Mafia: Término de origen incierto; algunos lingüistas han asegurado que, etimológicamente, la palabra "mafia" proviene del nombre de una arcaica deidad aolha. Otros sin embargo afirman que se trata de una palabra de la lengua usada por los primeros colonos humanos llegados a Vettera, y que en el seno de su cultura significaba "el que protege a los de menor condición que el". Sea como sea, actualmente se entiende por mafia a quienes aseguran su poder por medios deshonestos recurriendo a la violencia e incluso al crimen.

Historia

Las primeras referencias a organizaciones criminales en Vettera provienen de la época previa a la guerra Corporativa. Pocos años antes del conflicto civil que sacudió los cimientos de la República en el año 1.032 dV, los que más tarde serían los líderes más radicales del bando anticorporativo intentaron convencer a los criminales vetteranos para que sirvieran a sus intereses. Algunos tuvieron éxito y lograron atraerse a bastantes de los jefes de las bandas juveniles de los suburbios. Éstos adoptaron como suya una ideología anarquista radical y desarrollaron una serie de reglas de conducta como no trabajar, no formar familias, no contribuir al bienestar social, no realizar el servicio militar, no acudir nunca a la policía, etc., que serían recopiladas en lo que pronto se conoció como "Ley de los ladrones", compuesta por trece preceptos. Los miembros de estas pandillas juveniles fueron apodados "pescuezos", porque a diferencia de los demás criminales se consideraban a sí mismos agitadores más que delincuentes y se comportaban con mucha altanería. Los pescuezos aspiraban a obtener un reconocimiento social, mientras que los simples criminales siempre envueltos en delitos insignificantes no estaban dispuestos a cambiar su estatus. Ellos fueron quienes dieron el primer paso hacia la creación de un auténtico submundo clandestino en Vettera.

Durante la guerra Corporativa, los pescuezos actuaron como tropas de vanguardia del bando anticorporativo, participando en numerosas acciones de sabotaje urbano y atentados contra personalidades del bando contrario. Tras el final de la guerra y la firma de la Paz de Sertia, muchos de los pescuezos se desencantaron de sus líderes más moderados y terminaron por darles la espalda, regresando a sus actividades delictivas pero manteniendo un trasfondo ideológico en sus actividades. Sus jefes comenzaron a llamarse a sí mismos "jueces de la Ley", en referencia a que eran ellos quienes se ocupaban de hacer cumplir la "Ley de los ladrones". De estos grupos de delincuentes organizados son herederas las modernas bandas criminales de hoy en día; a través de ellas ha sobrevivido la "Ley de los ladrones", la cual incluso hoy sigue dictando las normas de los mafiosos vetteranos.

Durante la primera fase de la 2ª guerra Verriana, los insectoides cambiaron de táctica respecto a su anterior enfrentamiento con los humanos. Esta vez optaron por infiltrar sus acorazados en el espacio de la República, con órdenes de atacar indiscriminadamente a todas las naves que encontraran a su paso. Además, contaron ocasionalmente con el apoyo de los Piratas Veddios, cuya experiencia como corsarios fue puesta en ocasiones al servicio de las reinas verrianas y que se especializaron en el hostigamiento de las rutas comerciales republicanas que, hasta ese momento, habían sido seguras.

Éstos fueron momentos de gran inestabilidad e incertidumbre económica. Durante un tiempo la 1ª Flota no fue capaz de proteger eficientemente a los mercantes civiles, y en el peor punto de la ofensiva verriana el comercio intersectorial estuvo a punto de colapsarse, forzando a muchos planetas a adoptar un régimen de autarquía. En Vettera y otros mundos fuertemente industrializados del núcleo que dependían casi exclusivamente de la importación de alimentos, la escasez de productos de primera necesidad fue pronto un hecho consumado. La situación terminó por convertirse en una auténtica hambruna que provocó el estallido de motines en los barrios marginales de Vettera, los cuales a menudo fueron reprimidos por las fuerzas policiales con una firmeza rayana en la brutalidad.

Sin embargo, la solución a este problema de escasez llegaría de manos inesperadas: las bandas de delincuentes comenzaron a operar como contrabandistas de comida y otros productos que ya no se hallaban con facilidad. Gracias a la permisividad del Consistorio vetterano para con ellos y sus actividades (debido probablemente a que muchos de los concejales y senadores eran sus principales clientes), las bandas conocieron un crecimiento sin precedentes. Los "jueces de la Ley" se aprovecharon de la crítica situación y del caos interno para comenzar a suplir las necesidades de una población acostumbrada a lujos de los que se había visto repentinamente privada (aunque, por supuesto, a un alto precio).


Cronôda

Dicen, las malas lenguas, que los orígenes de la corporación Cronôda (ver pág. 203 del manual básico) pueden remontarse a una de las principales bandas mafiosas de este tiempo, que habría renegado de la Ley de los ladrones para pasar a convertirse en una empresa legal, aunque dedicada al mismo negocio que venían desempeñando.

De ser esto cierto, todos los miembros de la corporación serían, técnicamente, traidores a varios puntos de la Ley de los ladrones, lo que en teoría supone una automática condena a muerte. No se sabe a ciencia cierta cuánto de verdad hay en estos rumores, aunque sí que es cierto que la creación de la corporación coincide en el tiempo con la guerra y también que, extrañamente, Cronôda no posee instalaciones en la superficie de ningún planeta, prefiriendo mantener estaciones espaciales en torno a planetas desconocidos. Esta manera secretista de llevar sus negocios no ha servido precisamente para mejorar la ya de por sí maltrecha reputación de la empresa.


Las extensas organizaciones firmemente establecidas que actualmente son conocidas por ser parte de la actual "mafia vetterana" aparecieron a lo largo de los dos últimos siglos del conflicto. Se trataba de los herederos de esos antiguos contrabandistas de alimentos, quienes poco a poco habían establecido pequeños grupos criminales en otros planetas y en apenas un par de cientos de años lograron crear extensas redes criminales por numerosos sistemas. Actualmente, estas organizaciones extienden sus tentáculos a todos los rincones de la República, y algunas de ellas incluso más allá de sus fronteras. Para cuando las autoridades quisieron reaccionar ya era demasiado tarde.

En la actualidad las mafias vetteranas controlan firmemente el submundo criminal del núcleo de la República, en donde los "jueces de la Ley" impusieron su orden con enérgica brutalidad. Estos siniestros personajes fueron quienes aseguraron la estabilidad durante todo el desarrollo del sistema del crimen organizado vetterano a lo largo de la guerra. Además, durante las últimas décadas sus operaciones se han diversificado enormemente y ahora incluyen el robo a gran escala, la protección a pequeños empresarios, la extorsión de mafiosos rivales, la asistencia legal a otros criminales, la facilitación de contactos entre los jefes de bandas y los funcionarios corruptos del ayuntamiento y la policía, el blanqueo de dinero, la división de las esferas de influencia entre las organizaciones mafiosas, etc.

El final de la guerra y la reactivación de la economía republicana han resultado ser un proceso bastante caótico para estas bandas, que en ocasiones han comenzado a luchar entre sí. Durante los últimos cuarenta años, en toda Vettera y en otros planetas del núcleo los asesinatos se han multiplicado, muchos de ellos asociados a grupos criminales y guerras de bandas. También se han incrementado los robos, asaltos, robos de vehículos, hurtos, atracos, etc.

En la actualidad, los miembros de la mafia vetterana son considerados una especie de clase aristocrática entre los criminales de la R.F.P. Tienen un efectivo sistema de reclutamiento firmemente implantado en casi todas las cárceles del núcleo de la República y aún continúan adhiriéndose a reglas de comportamiento muy rígidas. No hay relaciones de jerarquía entre las distintas bandas porque según la tradición un "juez de la Ley" no debe aceptar subordinación alguna ante nadie. Por este motivo, las únicas ocasiones de las mafias colaboran es para unir fuerzas en las operaciones a nivel galáctico.

Las fuerzas de seguridad han recopilado datos sobre más de 120.000 grupos criminales que remontan sus raíces a Vettera. Entre 20.000 y 30.000 de estos grupos, que varían tremendamente en tamaño y volumen de operaciones, actúan a nivel interplanetario y pueden ser considerados autenticas "mafias". De éstos, solamente unos 250 están activos a nivel pangaláctico, tanto en el espacio de la R.F.P. como en el antiguo Oeon y la Federación.

Estructura

Según los expertos policiales, las bandas que integran la actual mafia vetterana comparten cuatro atributos comunes, que son:

  • A diferencia de sus antecesoras ya no están relacionadas con ninguna tendencia política concreta.
  • Tienen una jerarquía en árbol: un jefe controla varias células de crimen organizado.
  • Membresía limitada: existen restricciones de ingreso para aquellos que deseen pertenecer a la mafia basadas en hechos, historial criminal, raza, etc.
  • Aún siguen fielmente el código de honor llamado "Ley de los ladrones". Su violación es pagada con severos castigos, incluso con la muerte.

La estructura típica de las mafias vetteranas parodia los títulos de los tribunales judiciales encargados de juzgar sus actos:

Cada jefe supremo de una banda es llamado "juez de la Ley". Los jueces de la Ley tienen el deber de difundir los principios morales y la ética del mundo clandestino, y de mantener conexiones fuertes con los líderes de otros grupos. Se ocupan de hacer cumplir la Ley de los ladrones y administran un fondo mutual que ayuda a los amantes o familiares de los miembros convictos, y que además sirve para preparar nuevos crímenes, sobornos, préstamos...

Por debajo del juez de la Ley están los llamados "magistrados", los jefes de cada célula criminal de la organización. Cada uno de ellos actúa como responsable directo de su área de operaciones y se encarga de mantener la disciplina sobre los hombres a su cargo.

Los siguientes en rango son los llamados "abogados", quienes realizan funciones de asesoramiento del jefe y sirven como intermediarios y correos entre él y los magistrados, así como con otros jueces de la Ley. Su número es variable aunque por lo general no muy numeroso. Los miembros de la banda que alcanzan una edad respetable y aún siguen en libertad suelen "jubilarse" en este puesto.

Cada juez de la Ley emplea a un grupo de espías/asesinos apodados "fiscales", usualmente dos por cada magistrado. La misión de los fiscales es vigilar a los magistrados para asegurarse de que son leales al juez y de que no adquieren excesivo poder personal. Los fiscales solamente responden de sus actos ante el juez.

Por debajo se encuentran los miembros de las células criminales propiamente dichos, todos del mismo rango, que son apodados no sin cierta sorna los "acusados". Cada célula suele estar especializada en un tipo concreto de acción delictiva como el tráfico de drogas, los robos o la extorsión. Sus miembros han jurado seguir la Ley de los ladrones y tienen derecho a disfrutar de los beneficios del fondo monetario común.

En la base de la jerarquía de la banda están aquellas personas vinculadas a la organización pero que aún no pertenecen a la misma. El método más habitual para ascender y convertirse en miembro de la banda es asumir la responsabilidad por algún delito cometido por un acusado, sobre todo si éste está a punto de ser detenido por las autoridades. De este modo se evita su encarcelación o se le concede tiempo para crearse una coartada sólida o huir. Estos asociados deben contribuir al fondo monetario común de la banda pero no podrán disfrutarlo hasta que no sean miembros de pleno derecho.

Cuando se convierten en acusados, los miembros de la mafia juran adoptar la Ley de los ladrones hasta sus últimas consecuencias. Por ejemplo, los miembros encarcelados nunca participan en ningún tipo de trabajo, actividad o taller educativo de la cárcel aunque ello les suponga no poder disfrutar de beneficios penitenciarios ni condonaciones de ningún tipo. Hasta ese punto llega su negativa a seguir las reglas establecidas y a colaborar con las instituciones pertenecientes al status quo.

Se asciende en la organización en base a los méritos propios. Una persona se convierte en juez de la Ley cuando otro juez de la Ley le otorga dicho título y él jura hacer cumplir la Ley de los ladrones. Para ello debe haber demostrado una considerable capacidad de liderazgo, grandes habilidades personales, viva inteligencia y un fuerte carisma. A partir de ese momento vive por y para la Ley, ya que el castigo por traicionarlo es la muerte.

La mafia vetterana está a la vanguardia criminal en cuestión de utilización de cualquier cantidad de medios para evadir a la Justicia: inmenso poder económico, bufetes jurídicos de prestigio, tecnología punta, chantaje a figuras públicas, blanqueo de capitales, manipulación de puestos claves en las administraciones públicas, prevaricación, soborno, tráfico de influencias, corrupción, manipulación de los medios de comunicación, etc. Todo esto es usado para poder actuar con la menor cantidad de barreras en sus operaciones criminales. Esta criminalidad, al contrario que la terrorista, trata de operar con la mayor discreción posible, tratando de no ser obvios en sus comportamientos. De hecho, no es infrecuente que muchos jueces de la Ley traten de hacerse pasar por filántropos, amantes de arte y benefactores sociales en general, aunque solamente se trate de meras apariencias.

Organizaciones representativas

El llamado Clan del Istmo domina actualmente el submundo criminal en Vettera, incluyendo gran parte del lucrativo mercado de drogas ilegales de la capital. La gente del Istmo tiene operaciones por toda la R.F.P. que involucran el tráfico de armas, narcóticos y las operaciones de blanqueo de dinero. Sin embargo, las redes interplanetarias de esta organización parecen ser solamente alianzas convenientes y temporales, no necesariamente de carácter permanente. La mafia recibe su nombre del barrio del Istmo, el distrito vetterano en donde se formó la banda.

La Mafia de los Pérez, también con sede en Vettera, está especializada en el blanqueo de capitales. Tiene fuertes intereses en instituciones bancarias de toda la R.F.P. Además trafica con drogas, armamento y trata ilegal de esclavos. Los Pérez tienen lazos establecidos en lugares tan lejanos como la República de Verea.

Los Chatarreros son un grupo que se dedica al robo de astronaves de lujo para luego enviarlos a los planetas de Oeon y la Federación, en donde son revendidos a clientes selectos. También trafica con drogas, armas, esclavos, contrabando de pornografía en los planetas donde ésta es ilegal, inmigración ilegal y secuestros.

La organización conocida como Slyzhuk se especializa en la usura, la venta de protección, la extorsión y el cobro de morosos.

Los temidos Malasombra son una de las bandas más activas en los sectores oeonianos recientemente incorporados a la R.F.P. Realizan asesinatos por encargo, extorsión, trueque de armas por drogas, compra-venta clandestina de sustancias prohibidas, robo de naves por encargo y organizan la migración ilegal a planetas del núcleo.

Los Piratas del metal son un grupo que se dedica principalmente al robo de mineral de manos de los mineros asteroidales. Sus naves asaltan las naves de transporte y los centros de refinado mal protegidos para robar minerales raros y caros, que luego revende en el mercado negro. En ocasiones también esclaviza a los mineros y los vende en la República de Verea.

El Triunvirato es un grupo pequeño y con una importante presencia aioll entre sus filas. Se rumorea que esta mafia es en realidad una tapadera para ciertas operaciones ilegales de una megacorporación, lo que sería una flagrante violación de la Ley de los ladrones. Se dedica principalmente al comercio de drogas, material médico, los secuestros, la venta de órganos humanos y, según dicen, la clonación ilegal.

El Código de los Ladrones

El código de los ladrones dice que sus miembros...

  • Deben repudiar a sus familiares -padre, madre, hermanos, hermanas...-. No pueden mantener ninguna relación con ellos, aunque pueden velar por su bienestar en la distancia.
  • No pueden mantener familia propia -mujer, hijos...-, y si la tienen deben abandonarla. Esto sin embargo no prohíbe que tengan amantes.
  • Nunca, bajo ninguna circunstancia, deben trabajar para ganarse la vida. Deben vivir única y exclusivamente del producto del crimen.
  • Deben ayudar a otros seguidores de la Ley de los ladrones. Esto incluye proporcionar apoyo de todo tipo y contribuir al fondo mutual que existe en todas las bandas.
  • Deben mantener secreto absoluto acerca de todas las actividades ilícitas de las que tengan conocimiento. Esto incluye desvelar la identidad de otros seguidores de la Ley, refugios, pisos francos, negocios, etc.
  • Si las fuerzas del orden están investigando a otro seguidor de la Ley, es un acto valiente asumir la responsabilidad de sus actos. Esto hace que el otro ladrón gane tiempo para buscar un modo de eludir a la Justicia. Esta es también una manera extremadamente honorable que los miembros de avanzada edad tienen de "retirarse".
  • En caso de disputa con otro ladrón deben pedir un arbitraje. Asimismo no pueden negarse a servir como árbitros en una de estas disputas si es que ambas partes se lo solicitan. Por supuesto, tienen la obligación de acatar sin discusión el resultado de estos arbitrajes así como de contribuir con todos los medios a su alcance para llevar a cabo la decisión tomada.
  • Jamás deben jugar ni apostar sin ser capaces de cubrir sus posibles pérdidas. El castigo por infringir esta norma es la mutilación.
  • Tienen la obligación de enseñar el negocio a los novatos.
  • Nunca deben dejar que las drogas ni las emociones enturbien su juicio.
  • No pueden tener nada que ver con la policía ni con ninguna otra autoridad ni institución oficial. No deben participar en actividades públicas (ej. votar en las elecciones) ni colaborar en modo alguno con el mantenimiento del orden social.
  • Nunca empuñarán las armas al servicio de las autoridades ni de nada ni nadie que no sean sus propios intereses. No servirán en ningún ejército ni armada, ni siquiera para recibir adiestramiento (esta norma sí permite, sin embargo, que sirva en unidades mercenarias independientes).
  • Deben mantener sus promesas hechas a otros ladrones a toda costa. No hay nada más sagrado que un juramento entre ladrones hecho de la manera correcta.

 

 

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Cita

«Nunca tantos han temido tanto a tan pocos… ni durante tanto tiempo.»

Ulrich Hartleben